El aceite de oliva virgen extra de Almazara de La Moraleda es un producto natural protagonista en la gastronomía de Ávila, especialmente en el Valle del Tiétar, comarca optima para el cultivo de la materia prima y para su posterior elaboración.
En su panel de cata para su calificación oficial como Virgen Extra, no se observa ningún atributo negativo, apreciándose en cambio todos positivos, como amargo ligero, frutado maduro medio y picante medio, en excelentes proporciones determinandose así este como 'equilibrado' tras la mezcla de distintas variedades de aceituna propias de la comarca.
El aceite de oliva virgen extra La Moraleda es de apariencia densa con tonos dorados verdosos. En nariz aparecen en primer término un frutado de plátano maduro de intensidad media para dejar paso al tomate en aromas secundarios.
Al pasar por boca la sensación es sedosa y fluida donde picantes y amargos están equilibrados en baja intensidad. El picante se aprecia más en garganta que en lengua.
Su intensidad media en los distintos atributos hacen de el un aceite perfecto para degustarlo en crudo, siendo así ideal en el desayuno o merienda acompañando una tostada, o aderezando ensaladas en comidas y cenas.
Por supuesto el aceite de oliva virgen extra resulta también estupendo para realzar el sabor de distintas carnes o pescados, siendo componente esencial en platos y recetas tradicionales.
Así lo pueden constatar algunos de los restaurantes más reconocidos como el restaurante Casa Lucio de Madrid, los cuales demandan desde hace más de quince años el aceite de oliva virgen extra La Moraleda Almazara de la Cooperativa San Pedro Bautista de Ávila. Una asociación que apuesta por un meticuloso control de la materia prima en los olivos del Valle del Tietar para garantizar frutos de primerísima calidad agroalimentaria.
Los cultivos de los que se extrae la oliva están ubicados en la misma ladera sur de la Sierra de Gredos, a unos 1000 metros de altitud, ofreciendo estos olivas de variedad manzanilla, carrasqueña, verdial y cornicabra. No se sabe muy bien en que momento se empezó a sembrar olivos en estas tierras al sur de Ávila, aunque muy problablemente ocurrió durante la ocupación musulmana, siendo seguramente los árabes quienes construyeron los molinos de aceite con los que elaboraban el preciado líquido dorado.
No fue hasta el año 1987 cuando la agrupación de olivareros de aquel entonces pasa a ser sociedad cooperativa. Con las instalaciones completamente modernizadas, en la actualidad se muelen las olivas en la propia almazara, repartiendo el aceite resultante a los más de 400 socios cooperativistas para que estos puedan atender adecuadamente la creciente demanda de aceite de oliva virgen extra La Moraleda.
El olivo es la especie más cultivada en el barranco de las cinco villas. Se trata de un árbol robusto, capaz de resistir en invierno temperaturas por debajo de los 6 a 7 grados bajo cero, y de soportar largas sequías en verano.
Su fruto, la aceituna, se destina aquí principalmente a la producción de aceite de oliva virgen extra, en las siguientes variedades: cornatillera (o cornicabra), albar, carrasqueña y manzanilla. Es un cultivo de secano, lo cual es motivo de que la producción varíe de un año a otro (vecería).
Antiguamente se molturaba la aceituna en molinos de aceite, como el del Tío Bautista, Don Mariano, Los Petritos, etc. Desde mediados del siglo XX se obtiene en almazaras, como la de San Esteban del Valle, que utiliza el sistema moderno de extracción en dos fases.
El valor del olivar no es sólo agrícola o comercial, sino también ecológico: merece destacarse la compleja estructura paisajística de sus cultivos, con múltiples discontinuidades en forma de manchas de vegetación espontánea, arbustiva e incluso arbórea, que ocupan linderos, barrancos, escarpes y, en general cualquiera de las abundantes irregularidades topográficas. También son importantes su riqueza florística (con más de quinientas especies), y faunística, con innumerables especies de invertebrados y más de 30 especies de aves.
El aceite de oliva virgen extra es un producto de calidad incuestionable, no solo por su característico sabor que realza el calidad gastronómica de cualquier plato, sino por sus apreciadas propiedades nutricionales, contrastadas en infinidad de estudios científicos.